Thursday, May 26, 2011
Vida de Perros
No anuncié por estos pagos la llegada de cierto a-ni-mal a mi existencia por la mera razón de que en aquella época estaba absolutamente dedicada a la irascibilidad, y que andar babeando por el blog como abuela primeriza (que no boludosss, que la edad por sí sola no habilita para ser abuela!!) no matcheaba con las violentas expectativas de la réproba y multitudinaria (¿) audiencia.
Es que vamos… A mí me gustaría agarrar uno x uno a todos los hijos de puta de este planeta y ver si UNO SOLO de ellos no babea por un cachorrito jadeante. Es inevitable.
Así y todo, me fue ineludible poner aunque más no fuera un link a una foto del puppy en cuestión, que todos y cada uno de ustedes ignoró desfachatadamente (lo cual deja en clara evidencia cómo se cagan en los links que pongo. Ya mismo devuelvo ese librito que compré hace años: “Publicidad subliminal para dummies”).
Anyway, hace un rato estaba acodada en la cama oCservando a mi preciado Undo (No es nombre nerdo. Es... Bueh sí, pero que conste que ascii era mas nerdo leeejos!) y se me vinieron a la mente todos mis otros cuscos, todas aquellas pobres criaturitas del señor que tuvieron el mal destino de caer en mis depredadoras zarpas de “Elvirita-aprieta-perros”, y cuyo carácter podía entrar en alguna de las siguientes categorías:
El Perro Zalamero:
Este perro aprendió rápida y probablemente a las patadas, que un movimiento de cola y una cara apropiada pueden al más desalmado de los individuos. Estoy plenamente segura de que la expresión lastimera del gato de Shrek se basa en uno de estos perros, porque un gato JAMÁS tendrá la necesidad de hacer una expresión zalamera tan obvia. El gato toma lo que piensa que le corresponde sin tanta diplomacia, qué carajos…
Toda amenaza hacia el perro o cara desaprobadora, se traducirá inmediatamente en él panza arriba totalmente rendido a nuestros pies y gimiendo como si estuviera delante de un pelotón de fusilamiento, cosa de darle el mayor impacto posible a su conciencia. Viven con la cola entre las patas y una mirada que varía entre el terror puro o la adoración más dedicada, lo cual los hace unos malcriados increíbles, pues a no ser que usted sea un reverendo hijo de puta, no hay forma de ponerle un chirlo o un reto como corresponde a riesgo de terminar con el corazón con agujeritos ante tanta zalamería patética.
Cada vez que me retes se va a morir un cachorrito como yo.
El Perro “Cayeja” Ortiva:
mi particular definición de los callejeros (y otra palabra que será agregada por la real academia… Después que yo muera, y cuando ya nadie recuerde a YoMimoMiMoño... Maldición.)
En general son más cabrones que Karadagián en celo y se llevan el mundo por delante. Ellos saben cómo cruzar la calle sin que los pisen, a qué perro del parque revolcar y con cuál no se jode, dejará un tendal de perras vecinas embarazadas sin piedad ni posibilidad de reconocimiento, y nunca PERO NUNCA aceptarán collar o correa o veterinario sin estar dopados.
Pruebe ponerle esos preciosos escarpines para perros que compró en Palermo un día de lluvia y verá como cabalgan hacia usted los 4 jinetes del apocalipsis.
Suelen ser de los que husmean la basura con deleite, persiguen a su gato hasta el hartazgo y viven lastimados por buscarle gresca hasta al cooler de su PC.
Esa es la actitud..
El Perro “Cayeja” Agradecido: Más fiel que un Hi-Fi, estos perros se desviven por hacerle notar cuánto agradecen su salvadora presencia en el mundo. Son de los que se tiraran delante suyo para evitar que pise esa puta baldosa floja en un día de lluvia, los que dormirán a su vera y alzaran los ojos llorosos de emoción hacia usted cada vez que se dé vuelta en la cama, y quienes cuidarán su tumba como celosos porteros al más allá. En su tremenda terquedad agradecida, estos animalitos son imposibles de educar (como todo Cayeja) porque en cuanto intente alguna acción reprobatoria del tipo diario enrollado, el can se tirará planito al suelo con las orejas gachas a degustar el castigo como si de una caricia se tratara, dejando su ánimo por el puto piso.
Yes my Lord!
El OligoPerro: Altamente peligroso para sus relaciones sociales y el mundo en general, estos bichos tienen una psicosis impresionante que puede variar entre la agresividad más randomica posible, y una ligera tendencia emo que desconcierta hasta a Cesar Millan.
Puede que el can sea perfectamente normal hasta que alguien decida asentar sus posaderas en ESE sillón que decidió adoptar como propio, momento en el cual el infractor se verá acosado como por una jauría de lobos hambrientos o zombis ídem. También puede venir en la variedad “Persiga su cola en círculos mientras ladra desaforado”, o incluso “Muerda las cubiertas de todo auto que pase por la calle, aun a riesgo de que le pisen el hocico”.
Dónde guardás el Alplax?! O_o
El Perro Adorno De luxe: de rigurosa raza costosa y con papeles de validez internacional.
Si es de un hombre, será un perro morrudo y matón que suplirá por completo el minúsculo tamaño del pene de su dueño.
Si es de mujer, será un penoso pedazo de vida fútil que dedicará sus días a ladrar histéricamente y usar costosas capitas, cortes de pelo top y lastimosas mechas de colores estrambóticos.
Son de ese tipo de animal que provoca parar al dueño en plena calle al cruzárselos y ofrecerle 50 mangos para que nos deje pegarle una patada en la cabeza (al perro, no al dueño... Aunque ahora que lo pondero, al dueño también habría que pegarle. Esto debería ser legal! Ya mismo le escribo a la Kretina para que saque un decreto de emergencia autorizando patadones en la cabeza a dichos chuschos y sus dueños).
Matenlón asi no sufre, pobre adorno!
El Matón Bobera: Siempre de razas con mala reputación. Uno los ha visto en películas variadas destrozando gente a lo pavote, pero la cruda realidad es que el perro es más bueno que Gandhi, tirando por la borda toda esa ilusión de vileza canina que le vendieron al dueño.
Si entra un chorro, lo más probable es que la bestia se le tire encima no a masticárselo como dice la publicidad, sino a hacerle fiestas y lamerlo con una pasión conmovedora. Claro, aun así cumplen alguna parte de su cometido, pues verse “lambido” por un dobbie, dogo, pitbull o rottweiler hace pensar que eso es la precuela a una degustación mucho más dedicada y violenta…
Zi, zoy peligrozo! Dame amor...
El Cachorro Eterno: probablemente Retriever o con genes de la raza, este perro no entenderá JAMÁS que correr como sacado de quicio a saludar al dueño y sentarlo de culo en el suelo NO es aceptable, que morder las zapatillas y después de babearlas como corresponde, esconderlas debajo de las ropa sucia NO es gracioso, que masticarse valiosas pertenencias ajenas NO es civilizado y que los retos suponen una reprobación de aquello que se esté haciendo, NO un festejo que debemos acompañar con saltos, lamidas entusiastas y ladridos de felicidad profunda.
Se los suele ver corriendo desaforados por delante de una correa en tensión y un dueño flameando detrás como bandera en día huracanado, dejando a su paso el típico efecto doppler: “paaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaa!!!!!”
Si, esa cara de delincuente es la prueba irrefutable de que mi perro pertenece a esta categoria.
Seguro me estoy dejando varios estereotipos más en el teclado, pero como este es un “bló interativo” espero colaboraciones de todos ustedes.
Sepan disculpar el abrupto corte de tema, pero justo ahora Undo está al lado mío con esa mirada que claramente denota: “Inicio de cuenta regresiva para saltarte encima ignorando burdamente los 35kgs que peso en… 10...9...8...”
Labels: Desvaríos Cotidianos
Tuesday, May 10, 2011
De los superados
Recuerdo que una de las primeras cosas que me descolocó apenas llegada a Bs As y ya conociendo varios habitantes autóctonos, fue la casi imposibilidad de ofender a alguien.
Siempre me consideré una peleadora nata, una especie de porquería ambulante capaz de sacar de quicio a un panel completo de diplomáticos de la más rancia estirpe, una pugilista de la palabra que aprende de lo que tiene al frente como los tiburones: a los mordiscos.
Pero este santo lugar donde Dios tiene su oficina, parecía a primera vista que mis largamente pulidas skills belicosas iban a hundirse en un mar de tolerancia hacia los bardeos.
Luego, con el pasar del tiempo, comencé a notar cierta tirria hacia mi persona de la cual no lograba sacar ficha (Ustedes disculparán, pero el subte todavía me tenía pasmada y no disponía de demasiadas neuronas libres).
Una observación agresiva por aquí, posteos en foros varios y/o mail inapropiados por acá, algún pajarito cantando una melodía medio desafinada por el otro lado… Y fui cayendo en la cuenta de que ciertas almas que consideraba inmunes a mi inevitable sinceridad desacatada, de pronto parecían un poquito resentidas sobre opiniones levemente polémicas que se me escaparon de la bocaza graaaaande y desubicada que tengo.
Desde esa nueva posición de conocimiento, comencé a tomar nota sobre el extraño comportamiento que suelen tener los porteños ante cualquier ataque verbal: la superadez.
Una puede estar tratando de puto a alguien entre risotadas del grupo entero y del mismo implicado, como si cualquier exabrupto le entrara por una oreja y le saliera por la otra sin tocar masa cerebral en absoluto o hacer cortocircuito. Una sigue bardeando porque
a-Es gratis,
b-Carolo no parece hacerse cargo del agravio en absoluto (es más, aporta condimentos variados a la joda y no se le cae una cara de culo ni de casualidad) y
c-Queremos probar hasta donde aguanta la paciencia del implicado, cosa de ir sentando precedente.
Y de repente una semana después te enterás de que Carolo salió con aerosol en mano a declamar que una es una negra mugrienta, putona, sidosa y resentida…
WTF?? Pero si nos estábamos riendo CON vos, no DE vos según tu propia actitud!
Por supuesto, si encaraba a Carolo y le pedía explicaciones sobre su horrible comportamiento (porque yo NO soy superadita y si me enojo te lo hago saber), el dichoso pelotudo seguía jugando tozudamente a la superadez y negando que el hecho de que le hubieras dicho PUTO delante de la barra brava de Racing fuera el detonante en absoluto.
La superadez me puede.
Es algo que lisa y llanamente no entiendo cuando se usa entre conocidos o amigos. Lo valoro, sí, como recurso inestimablemente poderoso cuando se discute con alguien que te importa tres putos carajos, porque después de todo nadie quiere que Mengano (al cual considera un imbécil con todas las letras) sepa que nos la hizo kber completita. Para ESO sirve, no para aplicarla con gente que cae bien o se considera amiga. Porque después vienen los planteos descolgados o la furia por izquierda al reverendo pedo, justo cuando se podrían haber ahorrado el trabajo de chivarse con un simple:
A ver si te ubicás pelotudo.
Lo digo desde la cómoda perspectiva que me dio mi vida provinciana, donde las cosas son mucho más transparentes y una ofensa se resuelve rápidamente a las piñas o puteadas bien puestas como corresponde. Ustedes saben... Esas grescas de cheborra que se olvidan tan fácilmente como el insulto o las ganas de seguir bardeando al pedo.
Y siguiendo con mi testaruda opinología pseudo-filosófica, estoy comenzando a pensar seriamente que la amistad en capital es demasiado sofisticada para mis pueblerinos cánones.
Acá van mis inocentes teorías:
-O son tan cobardes que no toleran que los amigos sepan cuál es el talón de Aquiles de uno y prefieren enojarse en silencio a dejar en evidencia lo que jode, vaya a saber en pos de qué coraza absurda.
-O los amigos son tan volátiles y forros, que no se puede exponer así nomás una debilidad a riesgo de terminar MUY machucado.
Alguien me ilumina por favor?
Por cierto, me molestan tanto los superados, que cuando detecto que alguien está enojándose y no levanta bandera, sigo pegándole hasta que se ofende irremediablemente o explota. Si explota, he logrado que salga de esa actitud pedorra en beneficio de ambos. Si se ofende y no aparece nunca más, es una baja que me nefrega ampliamente. Después de todo, no tolero a los superados.
Labels: Desvaríos Cotidianos, Yo Contra el Mundo
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